sábado, 26 de noviembre de 2016

La historia lo disolverá, como merece



Ha muerto finalmente Fidel Castro y es un día feliz para los millones de cubanos que han sufrido su implacable dictadura por más de medio siglo. Su muerte no es el principio del fin del castrismo, el castrismo comenzó a morir desde hace muchos años y de él cada vez queda menos. Lo que ha heredado Raúl Castro es un legado de desilusión, desesperanza y corrupción que carcome al sistema debilitándolo constantemente. Quienes están en el poder en Cuba son una mafia cuya único fin es evitar a toda costa una rendición de cuentas y continuar explotando al pueblo cubano.  Ha muerto el mafioso en jefe.
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Lo que ha terminado con la muerte de Fidel Castro es el fin de su dictadura porque, aunque no lo parezca, aun al borde de la muerte siguió dominado por el miedo a su egocentrismo enfermizo y vengativo. Ahora realmente comienza la dictadura del hermano menor, un personaje que siempre fue menospreciado por su hermano mayor y que a los 85 años de edad teme hacer cambios y teme no hacerlos.  La prensa izquierdista lo ha promocionado en el mundo como un hombre flexible.  No lo es, es un hombre siniestro.  Es un preso de su inseguridad y de los resultados terribles del propio sistema que ayudó a construir con odio y represión. 

No sabemos cuánto durará  la dictadura de Raúl Castro. Entusiasmarnos como si hubiera comenzado la fiesta sería un alegrón de burro. Hay que trabajar con honestidad, inteligencia y tenacidad para lograr que Cuba sea libre y democrática sin tener que entregar su destino a las transnacionales que hoy se sientan con el heredero Raúl a repartirse lo que queda de Cuba. 

Muere Castro en circunstancias internas y externas muy desfavorables para el régimen.  En Cuba los capos de la mafia parecen un desfile de momias que ni prometen ni sonríen porque saben lo que han hecho al pueblo cubano. Viven con el terror de que el chavismo en Venezuela pierda el poder y de que Donald Trump se les convierta en una pesadilla.  Saben que no continuarán recibiendo el oxígeno que el presidente Obama les suministra como el que quiere salvar a una serpiente moribunda con la esperanza de que dejará de  matar con su veneno.  El país está empobrecido y con la infraestructura por el suelo.  No llegan las suficientes inversiones capitalistas necesarias para frenar el deterioro. Una parte de la juventud tiene sus sueños en otros horizontes y la otra ni sueña.  La población envejece y no hay reemplazo. No hay medicinas, no hay comida y no hay combustible.  Lo que hay es hambre de fe en el futuro y eso es lo que necesita el pueblo para disponerse al sacrificio por un mañana mejor. 

Muere Fidel Castro pero siempre vivirán en nosotros los miles de cubanos ejecutados en el pelotón de fusilamiento y los cientos de miles que sufrieron largas condenas de prisión por defender los derechos humanos y la democracia.  Muere Fidel Castro dejando a dos jóvenes cubanos  condenados a cadena perpetua - Harold Alcalá Aramburo y Maykel Delgado Aramburo- por haber intentado huir de la Isla con nueve cubanos más en un pequeño remolcador el 2 de abril de 2003. No lastimaron a ninguno de los pasajeros,  se quedaron sin gasolina y por orden de Castro fusilaron a tres del grupo sin ninguna garantía procesal. Los demás fueron condenados severamente por querer huir del “paraíso de los trabajadores”. 

Un trato muy diferente a su condena en 1953 cuando, capturado por los soldados de Batista, el joven asaltante al Cuartel Moncada, en el que murieron 18 uniformados y 28 fueron heridos,  argumentó en su defensa que lo que quería era la democracia pluripartidista para Cuba y que podría ser condenado pero la historia lo absolvería.  De la sentencia a 15 años de prisión Fidel Castro pasó en la cárcel solo dos en magníficas condiciones carcelarias hasta que fue indultado por el dictador Fulgencio Batista.   

Ahora tendremos que aguantar por un tiempo, en la boca y la pluma de  sus simpatizantes izquierdistas en el mundo, los logros y hazañas de este Atila moderno.  No dirán que los famosos logros de la “revolución” fueron posibles porque la URSS financió la desastrosa economía de Cuba con una enorme y prolongada subvención por tres décadas, y que el régimen ha sobrevivido hasta hoy la ineficiencia y el robo de su clase dominante gracias a la descomunal subvención del chavismo venezolano.

También tendremos que soportar la propaganda de una dictadura que lo ha convertido en ceniza con una velocidad asombrosa.  Pero no habrá ni absolución ni gloria para este sujeto malvado que traicionó la Revolución Cubana, porque la historia lo disolverá, como merece.

Por Huber Matos Araluce


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